Este retiro está diseñado para meditar en las decepciones que vivimos en nuestras vidas. Toma un tiempo en compañía de Jesús. Recuerda que Él es quien tiene el agua de vida que puede ayudarte a identificar, procesar y sanar las decepciones de la vida. Como hay muchos tipos de decepciones siéntete en libertad de usar las preguntas que te ayuden y descartar las que no sean útiles para tu situación.

Iniciemos por el concepto en sí mismo. Decepción: sentido de insatisfacción que surge cuando no se cumplen las expectativas sobre un deseo o una persona. Otras palabras similares: desilusión, desencanto, desengaño. La decepción trae sentimientos de tristeza, frustración, desorientación y otros.

Por qué descalcificación del alma? Estoy usando esta ilustración para hablar sobre las decepciones acumuladas o no procesadas. Estas decepciones pueden ser como esa calcificación que ocurre en las “tuberías” de nuestra alma; lugares donde el agua tendrá menos espacio para correr como antes. Esas calcificaciones no solo obstaculizan el fluir del agua sino que también pueden ocasionar más acumulación de bacterias y otros residuos. (Puedes escuchar el podcast llamado Descalcificación del Alma si deseas profundizar en la ilustración)

1. Lee este pasaje un par de veces con tranquilidad y atento/a a lo que te llama la atención. 

Lucas 24:13-35 – De camino a Emaús

Aquel mismo día dos de ellos se dirigían a un pueblo llamado Emaús, a unos once kilómetros[ de Jerusalén.  Iban conversando sobre todo lo que había acontecido.  Sucedió que, mientras hablaban y discutían, Jesús mismo se acercó y comenzó a caminar con ellos;  pero no lo reconocieron, pues sus ojos estaban velados.

 —¿Qué vienen discutiendo por el camino? —les preguntó.

Se detuvieron, cabizbajos;  y uno de ellos, llamado Cleofas, le dijo:

—¿Eres tú el único peregrino en Jerusalén que no se ha enterado de todo lo que ha pasado recientemente?

—¿Qué es lo que ha pasado? —les preguntó.

—Lo de Jesús de Nazaret. Era un profeta, poderoso en obras y en palabras delante de Dios y de todo el pueblo.  Los jefes de los sacerdotes y nuestros gobernantes lo entregaron para ser condenado a muerte, y lo crucificaron;  pero nosotros abrigábamos la esperanza de que era él quien redimiría a Israel.

Es más, ya hace tres días que sucedió todo esto. También algunas mujeres de nuestro grupo nos dejaron asombrados. Esta mañana, muy temprano, fueron al sepulcro,  pero no hallaron su cuerpo. Cuando volvieron, nos contaron que se les habían aparecido unos ángeles quienes les dijeron que él está vivo.  Algunos de nuestros compañeros fueron después al sepulcro y lo encontraron tal como habían dicho las mujeres, pero a él no lo vieron.

—¡Qué torpes son ustedes —les dijo—, y qué tardos de corazón para creer todo lo que han dicho los profetas!  ¿Acaso no tenía que sufrir el Cristo estas cosas antes de entrar en su gloria?

 Entonces, comenzando por Moisés y por todos los profetas, les explicó lo que se refería a él en todas las Escrituras.

 Al acercarse al pueblo a donde se dirigían, Jesús hizo como que iba más lejos.  Pero ellos insistieron:

—Quédate con nosotros, que está atardeciendo; ya es casi de noche.

Así que entró para quedarse con ellos. Luego, estando con ellos a la mesa, tomó el pan, lo bendijo, lo partió y se lo dio.  Entonces se les abrieron los ojos y lo reconocieron, pero él desapareció.  Se decían el uno al otro:

—¿No ardía nuestro corazón mientras conversaba con nosotros en el camino y nos explicaba las Escrituras?

 Al instante se pusieron en camino y regresaron a Jerusalén. Allí encontraron a los once y a los que estaban reunidos con ellos.  «¡Es cierto! —decían—. El Señor ha resucitado y se le ha aparecido a Simón».

 Los dos, por su parte, contaron lo que les había sucedido en el camino, y cómo habían reconocido a Jesús cuando partió el pan.

Pensamiento:

Existen muchos tipos de decepciones, cosas que esperábamos que sucedieran que no se dieron, proyectos de vida o trabajo que no se ven cómo lo imaginábamos, momentos donde sentimos que Dios no nos concedió lo que esperábamos, relaciones que no son lo que desearíamos y muchos otros temas semejantes. Ora que Dios te lleve a esos lugares que Él te está invitando hoy.

2. ¿Puedes identificarte con los discípulos que andaban por el camino a Emaús? Para ellos la cruz no era el final que esperaban. Trata de ponerte en su lugar e imaginar cómo se sintieron. Si deseas puedes escribir algunas de las expectativas que ellos tenían que se desprenden de su conversación inicial en el texto.

3. Toma un tiempo para centrarte en esta primera frase, “Iban conversando sobre todo lo que había acontecido”. No todos los eventos que nos sorprenden y entristecen son iguales. Estos discípulos habían presenciado un evento profundamente doloroso, traumático e impactante.

¿Qué necesitas conversar tú con Jesús y tal vez con otros? No se trata de comparar lo que nos sucedió con otras decepciones sino poder procesar lo que ha acontecido, si te ayuda puedes escribir.

4. En ocasiones, eventos o relaciones que no se ven como deseábamos; pueden convertirse en invitaciones de redención. El camino hacia la redención, a veces no se ve cómo esperábamos. ¿Qué discernimientos y emociones te despierta la siguiente frase, “pero nosotros abrigábamos la esperanza de que era él quien redimiría a Israel”? ¿Cuál era o cuál es tu esperanza?

5. “Algunos de nuestros compañeros fueron después al sepulcro y lo encontraron tal como habían dicho las mujeres, pero a él no lo vieron.” ¿Habrá algo en tu propia vida que Jesús te está invitando a dejar ir, a dejar “morir”, perdonar, seguir esperando o dejar en el sepulcro aún si todavía no puedes verlo a Él? ¿Cuál es Su invitación personal para ti en medio de la decepción… “buscarlo a Él y no verlo”, “esperar algo y no obtenerlo”?

6. En medio del dolor, pérdida, desánimo, desorientación, falta de entendimiento u otras emociones que has experimentado, toma un tiempo para escuchar a Jesús para que Él te hable la verdad de quién es Él y las promesas que Él tiene para tu vida. Pregunta a Jesús ¿cómo Él ve tu situación?

7. En medio de las decepciones muchas veces necesitamos de su consolación. Podrías sentarte en silencio o ir a caminar, abrir tu corazón a Jesús y pedirle que te consuele. Tal vez quieras leer el texto otra vez e imaginar que tú también estás caminando junto con Él, tal y cual te encuentras ahora. ¿Cómo se ve tu propio camino hacia Emaús? ¿A dónde está Jesús? ¿Hacia dónde se dirigen?

8. “Luego, estando con ellos a la mesa, tomó el pan, lo bendijo, lo partió y se lo dio. Entonces se les abrieron los ojos y lo reconocieron, pero él desapareció”. Podrías pedir a Jesús que puedas con su ayuda y su amor experimentar este momento, “se les abrieron los ojos y lo reconocieron”. En medio de la decepción ¿cómo Jesús ha estado a tu lado? ¿Qué desea decirte o recordarte en este mismo momento?

9. Por último te ofrezco la ilustración de la Descalificación del alma. Toma un tiempo en su presencia repasando lo que has recibido de Jesús hoy. Pide su agua de vida para limpiar la cal de tu alma. Sigue exponiendo, con confianza en Él tus decepciones a esa agua poderosa, sanadoray transformadora. El está comprometido a caminar contigo, a dejarte ver sus planes redentores y a “descalcificar tu alma” para que su agua pueda fluir libremente. No es el final de la historia! «¡Es cierto! —decían—. El Señor ha resucitado y se le ha aparecido a Simón». “Los dos, por su parte, contaron lo que les había sucedido en el camino, y cómo habían reconocido a Jesús cuando partió el pan.”

 

 

 

Juan 7:37-38

El último día del festival, el más importante, Jesús se puso de pie y gritó a la multitud: «¡Todo el que tenga sed puede venir a mí! ¡Todo el que crea en mí puede venir y beber! Pues las Escrituras declaran: “De su corazón, brotarán ríos de agua viva”

Juan 8:68-69

Simón Pedro le respondió: «Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna. Y nosotros hemos creído, y sabemos, que tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente.»

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